Creo que ante ciertas situaciones, es fácil desanimarse y perder la esperanza. Algunas veces cuando vemos lo que sucede en el mundo, lo que observamos impacta de una manera devastadora en nuestro interior. En el 2001 la caída de las torres gemelas fue una cachetada al mundo, en el 2004 el atentado en España el 11 de marzo, trajo nuevamente desconcierto y dolor. Uno podría preguntarse ¿Por qué tanta violencia? ¿Por qué tantas dificultades? Solamente al recordar, uno de los eventos más tristes de la humanidad en el siglo 21, el tsunami de 2004 en el océano índico, el cual dejó según las estadísticas 229.866 personas muertas, nos damos cuenta de nuestra fragilidad. En nuestra nación, el enfrentamiento del campo y el gobierno, las proyecciones a nivel mundial en cuanto a la pérdida de puestos de trabajo. Ante todo esto, ¡claro que es fácil desanimarse! Y más cuando uno es parte de lo que pasa alrededor, entonces ya no es una estadística fría, sino que las situaciones cobran nombre y apellidos.
Pero entonces ¿Cómo hago para no perder la esperanza? ¿Cómo hago para no desanimarme?, cuando todo lo que sucede parece un complot en mi contra. Creo que ante estas circunstancias es importante no fijar nuestra visión en la dificultad, como algo que nos va a destruir, sino como una oportunidad para que Dios trabaje en nuestro favor como él lo ha prometido, “que todas las cosas nos ayudan a bien, ha aquellos que amamos a Dios”. Solamente debemos asegurarnos de que haya evidencias en nuestras vidas de que le amamos. Hay un pasaje en Romanos 5.5 en la primera parte del pasaje dice “y la esperanza no avergüenza;” y es verdad la esperanza que depositamos en Jesús nunca va a producir frustración o será una ilusión u espejismo, porque esa esperanza se produce en uno, cuando pone su mirada en el Maestro. Entonces descubrimos que hay esperanza, que todo puede cambiar, que lo que parecía que sería nuestra ruina, Dios lo utiliza para hacernos el bien, cuando comprendemos de una vez por todas que no es con nuestras fuerzas, sino con las del amado, cuando nos aferramos a sus promesas que son efectivas y están escritas a nuestro nombre y podemos cobrarlas en cada momento de nuestras vidas. Cuando empezamos a caminar tomados de su mano todo se vuelve más fácil, porque ahora ya no depende de que uno gane la batalla, él la gano en la cruz por mi, vos, por cada uno de nosotros y cuando confrontamos cada una de las circunstancias que vivimos a través de su promesa y seguimos sus indicaciones, se nos abre un mundo nuevo, un mundo lleno de esperanza. Y la esperanza nos lleva a volver realidad el sueño de Dios “ganar al perdido”. Entonces aun en nuestras dificultades, debemos levantarnos y gritar que…EN DIOS SI SE PUEDE, PORQUE EL ES NUESTRA FUERZA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario