7 de agosto de 2008


Uno de los problemas que más nos afecta a los cristianos y como consecuencia a la iglesia, es que centramos nuestras vidas en las actividades. Tenemos que hacer algo para sentirnos útiles o quizás para sentirnos valiosos, todo tiene que ver con el hacer. Nos han hecho creer que si no hacemos no somos productivos, valiosos y nuestras vidas son un desperdicio, esto impacta directamente en la autoestima. La gente que centra sus vidas en actividades, eventos etc. termina cansada, fatigada, enojada, desgastada por tratar de hacer cosas que aparentemente llenaría sus vidas de significado y gozo, pero se encuentran después de haber terminado su trabajo u servicio tan vacios como al comienzo. Esta es la experiencia de muchas personas e iglesias que después de haber trabajado arduamente en un evento terminan peleadas o divididas. La pregunta es por qué pasa esto? Por qué después de una campaña una iglesia se divide? Por qué después de un evento que teóricamente sería un impacto terminan todos peleados? Será que debemos llegar a la conclusión que no hay que hacer o como dijo cierto hermano “Cada vez que empiezo a orar, tengo problemas” conclusión “no hay que orar”. Si esa es la conclusión que sacamos por tener dificultad cuando oramos, estaríamos totalmente herrados en nuestra apreciación. Creo que el problema está en el énfasis que hacemos o en las prioridades que tenemos “Primero hacer, “ y ahí esta el problema, “Primero es Ser”. Empezamos a ser lo que Dios quiere cuando nuestro enfoque está puesto en Jesús, la Biblia dice: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” He 12:2ª

Cuando nuestras vidas y la vida de la iglesia se centra en fortalecer, profundizar la relación con Jesús, todo lo demás cobra sentido, las actividades, los eventos en los cuales nos involucramos se vuelven una bendición, nos edifican, nos unen, nos transforman, extienden el reino, porque ahora Dios nos puede usar como canales, ahora las expectativas no están puestas en hacer conocidos nuestros nombres o ministerios, sino que nos mueve dar a conocer a aquel que nos amo (él Señor). Ahora la iglesia y nuestras vidas cobran un brillo diferente porque no están enfocadas en los programas sino en Dios, nos volvemos atractivos a los ojos de las personas, porque ven en nosotros los cambios que él Señor esta produciendo y esto nos debería llevar a la conclusión de cuando empezamos a Ser lo que Dios quiere. Nuestras vidas se vuelven más fáciles y lo que hacemos se vuelve poderoso porque ministramos su presencia, impartimos su bendición y sobre todas las cosas porque Dios honra a los que lo honran y honrar a Dios es dejarle ser el centro en nuestras vidas y servicio. Recordá se trata de darle a conocer y le damos a conocer por lo que le dejamos hacer en nuestras vidas y no por lo que hacemos.

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